Las
propiedades de las sustancias dependen en gran medida de la naturaleza de los
enlaces que unen sus átomos.
Existen
tres tipos principales de enlaces químicos:
a. Enlace
iónico: Este enlace se produce cuando átomos de elementos
metálicos se encuentran con átomos no metálicos.
En este caso los átomos del metal ceden electrones a los
átomos del no metal, transformándose en iones positivos y negativos,
respectivamente. Al formarse iones de carga opuesta éstos se atraen por fuerzas
eléctricas intensas, quedando fuertemente unidos y dando lugar a un compuesto
iónico. Estas fuerzas eléctricas las llamamos enlaces iónicos.
b. Enlace
covalente: Los enlaces covalentes son las fuerzas que mantienen
unidos entre sí los átomos no metálicos.
Estos átomos tienen muchos electrones en su nivel más
externo (electrones de valencia) y tienen tendencia a ganar electrones antes que
cederlos, para adquirir la estabilidad de la estructura electrónica de gas
noble.
En este caso el enlace se forma al compartir un par de
electrones entre los dos átomos, uno procedente de cada átomo.
c. Enlace
metálico: Los átomos de los metales tienen pocos electrones en su
última capa, por lo general 1, 2 ó 3. Éstos átomos pierden fácilmente esos
electrones (electrones de valencia) y se convierten en iones positivos, por
ejemplo Na+, Cu2+, Mg2+. Los iones positivos resultantes
se ordenan en el espacio formando la red metálica. Los electrones de valencia
desprendidos de los átomos forman una nube de electrones que puede desplazarse
a través de toda la red. De este modo todo el conjunto de los iones positivos
del metal queda unido mediante la nube de electrones con carga negativa que los
envuelve.
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